La condición Internet Core
<Diana Millán aka fearlessdiane>
Imagen: @filthshit_
A pesar de la persistente crítica posmodera y deconstructivista de las dicotomías, aún arrastramos una lacra estructural que nos impide friccionar. Esas grietas son castigadas, silenciadas y manipuladas. En el caso de Internet hay un uso excesivo de binarismos como digital/físico, real/virtual, humano/máquina, o material/inmaterial. En el caso del arte, se asocia al arte tradicional a aquello que es físico u original y al arte digital a lo inmaterial o copia. En la inteligencia artificial nos topamos de nuevo con la división humano/máquina. Todo este marco nos impide atañer el presente con un enfoque crítico.
Desde los inicios del arte “post-internet” se intentó aclarar que el arte de Internet no podía continuar siendo distinguido como se denominaba en el “Net Art”; algo basado en las computadoras o Internet. Por ende, la categoría posicionaría a Internet como un eje omnipresente en la creación artística, sin embargo, sus intentos de disuadir las fronteras entre las disciplinas artísticas, terminó marcando un movimiento que integraría a un grupo específico de artistas en el mercado del arte. Ya han pasado diecisiete años desde que Marisa Olson acuñó el término “post-internet”, y hasta el momento son muchas las críticas de artistas y teóricxs del campo que problematizan la superficialidad de las prácticas post-internet y la disgregación por parte de los museos. En especial atención al último periodo comprendido entre 2017 a la actualidad, en el que las prácticas han quedado completamente absorbidas por marcas, plataformas comerciales, influencers y empresas regidas por el contenido, los algoritmos y el consumo dentro de las plataformas, las instituciones y el mercado.
Aquella utopía de la primera generación de artistas de Internet terminó junto con la implementación de la Web 2.0 y las redes sociales, aquel espacio anárquico y de experimentación se convirtió en un espacio corporativo dominado por las empresas privadas que a día de hoy respaldan el horror del fascismo, la guerra y el genocidio en Gaza. A la vez que las luchas se vieron debilitadas por la creciente privatización de Internet, toda una nueva generación fue creciendo con un Smartphone en la mano y tomando el arte post-internet como un peldaño que medía entre un antes y un después naturalizando un medio con el que hemos crecido. El contexto actual dificulta ver con claridad las nuevas olas que puedan romper con la oscuridad del presente.
Según el escritor Nicholas Carr, el cambio que experimentaría la iGen tendría consecuencias a nivel neurológico. Por lo que estaríamos ante el desarrollo de una mente nueva que desplazaría a una mente anterior llamada “mente lineal” capaz de llegar a un pensamiento profundo. En contraposición, la mente de mi generación de nativos digitales tendría la necesidad de asimilar y distribuir información en ráfagas cortas, inconexas y a menudo superpuestas.
Aquí nos encontramos, con un modus operandi, muy diferente al crecimiento neurológico del resto de generaciones, que cabalga la rapidez y se topa con un mundo que denota por su incomprensión a las nuevas formas de aproximarse al mundo. Crecimos con este cambio neurológico, un sistema educativo E-learning y una nueva herramienta, y nos terminamos topando con un enfado externo por nuestra supuesta incapacidad de profundizar en el pensamiento en un sistema que todavía no ha sabido gestionar la aceleración.
Internet Core quiere dejar atrás la demonización de las redes comerciales para hablar de la contracultura que habita estos espacios y a su vez, muchos otros que encontramos en la deep web, sin dejar de buscar una crítica más profunda a las infraestructuras digitales y sus repercusiones cognitivas. Es un arte que se enfrenta a una realidad post-2020, en la que hay una implicación muy directa con la realidad política. Defiende que la subcultura continúa vigente junto al consumo de las cultura de masas y el arte pop. Sin embargo, este consumo implica una gestión de la saturación visual a través de taxonomías “-core” de archivos infinitos de imágenes y éxodos hacia comunidades descentralizadas que permitan huir de las plazas repletas de carteles y anuncios, cientos de personas transitando y la falta de espacios para sentarte sin un caramel macchiato.
Lxs artistas del Internet Core también somos sujetos con una residencia descentralizada, sin un lugar permanente más allá de nuestras cuentas recurrentes en redes sociales. Navegamos infinitos espacios del cableado mundial de internet y de las conexiones de los medios de transporte. Cogemos trenes, coches, aviones o autobuses habitando continuamente epicentros del arte, espacios liminales y heter@topías, u optamos por nuestras utopías rurales. Para muches de nosotres el mundo se hace más pequeño, como si se tratara de un barrio, compartimos las mismas referencias, seguimos las mismas cuentas de Instagram, organizamos raves muy semejantes y cocinamos las recetas virales sin dejar atrás tradiciones que puedan traducirse en el presente. Da igual nuestra procedencia porque siempre encontramos conocidos u amigues en común. A pesar de las contradicciones, no tenemos ningún problema con esto, porque somos hijes de la globalización. No obstante, odiamos terriblemente la falta de referentes y referencias que nos hagan una vida sencilla y no nos hagan caer en la supuestamente seductora vida de una tradwive y la asquerosa nostalgia por algo que nunca debería de aparecer con las forma fantasmagórica autoritaria.
La lucha y la resistencia persiste aunque no habitemos frecuentemente bares, videoclubs o recreativos, y optemos por nuestra habitación. Ningún espacio fue tan revelador en las subculturas para la identidad como lo fue la habitación propia. Ficcionamos, volvemos a mercadillos y rastros, hacemos accesorios, filtros para Ias redes sociales, coleccionamos juguetes, construimos nuestros propios objetos 3D, audios, gif, png o carpetas y videojuegos, y no tenemos problema para volver a gritar en la calle que lo emo no ha muerto, si no que ha tomado estéticas muy diferentes a las que lo catalogaron como si se tratara de otro objeto antropológico. También cuestionamos que se quiera encasillar estrictamente todo en generaciones, soportar las batallas generacionales (genZ vs boomer), y cómo las palabras “juventud” o “adolescencia” han terminado sugestionando nuestras formas de entender la edad y sus consecuencias limitantes.
Internet Core aparece para darle nombre a un cambio y una nueva ola que viene a agitar la historia del arte de Internet y desafiar los estándares impuestos por Occidente. La palabra “core” podemos entenderla desde distintos significantes. Por un lado, nos habla del corazón de Internet, su trayectoria bélica, y su potencial para la construcción de colectivos y luchas sociopolíticas. En este caso, estaríamos ante el núcleo de las redes interconectadas o el corazón de internet. Por otro lado, responde a su trayectoria por definir géneros musicales como el hardcore y el emocore, hasta expandirse después de 2020 como un sufijo que crea taxonomías para clasificar la sobresaturación de imágenes en Internet, clasificar estéticas y comunidades potenciales de la Red.
Entre las subculturas y estéticas del sufijo “-core” nos encontramos con la más expandidas como el “cottagecore”(1), “weirdcore”(2), “normcore”(3) o “gorecore”(4). Esta categorización es un fórmula que permite crear estrategias algorítmicas y jugar con lo viral. Es un “tagging” que indexa el basto contenido para producir comunidades y subculturas con estéticas muy específicas, cuyas batallas tienen múltiples acciones en la infraestructuras de las redes sociales comerciales y no comeriales.
Un ejemplo claro del campo de batalla del tagging de Internet podría ser “Sigma”, apareció como un meme de Internet en la primera etapa post-internet, basado en una categoría jerárquicamente superior de la dicotomía pseudocientífica de los hombres “alfa” y “beta”. Según la Aeshtetic Wiki, los llamados “hombres Sigma” a menudo son retratados como lobos solitarios, independientes, poderosos, solitarios, misteriosos, autosuficientes, ricos, superficiales y constantemente involucrados en la superación personal. EN 2024, el tiktoker Streich Bruder @simonbth1 viraliza la canción de María Iankovskaia y Betsy, dos niñas famosas por trabajar para el canal de televisión infantil ruso STS Kids. María se sumó a los videos de Streich Bruder y la canción cuenta con más de 114 millones de visualizaciones. En el día de la Defensa de la Patria, el ejército ruso creó una versión de la canción para fomentar el patriotismo con otras generaciones. Por otro lado, artistas como Noura Tafeche evidencian el uso del Kawai y la hipercutez como arma para el ejercito israelí y la violencia actual.
En este periodo Internet Core no hay cabida para las prácticas artísticas sin posicionamientos críticos.
MÄñÌ£Ìȧ†Ö Ìñ†ÈRñȆ ÇÖRÈ
𝔈𝔰𝔱𝔞 𝔠𝔬𝔫𝔡𝔦𝔠𝔦ó𝔫 𝔞𝔯𝔱í𝔰𝔱𝔦𝔠𝔞 𝔱𝔬𝔪𝔞𝔯á 𝔪á𝔰 𝔠𝔲𝔢𝔯𝔭𝔬 𝔢𝔩 3 𝔶 4 𝔡𝔢 𝔞𝔟𝔯𝔦𝔩 𝔡𝔲𝔯𝔞𝔫𝔱𝔢 𝔫𝔲𝔢𝔰𝔱𝔯𝔬 êñ¢µêñ†rð ¢ïßêrñê†ï¢ð.
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3. -Çðrê ¢ðmð ȧ†rå†êgïå Ðê §µßvêr§ïóñ
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5. þêr£ðrmå†ïvïÐåÐ ¥ ȧ†rå†êgïå§ Ðê Rê§ï§†êñ¢ïå
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(1)Humanoid Ic0nography -Scene 1, fearlessdiane, Konvent 0, 2024 /cottagecore/
(2)Room Explorations, fearlessdiane, Mèdol, 2024 /weirdcore, liminalcore, traumacore/

(3)Internet meme /normcore/

(4) Detonante, fearlessdiane, Sala Amadís, 2024 /gorecore/
